Autor original: Fausto Rêgo
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Todos los indicadores de los atentados a la libertad de prensa en 2003 están en rojo. Aunque el número de agresiones y amenazas es prácticamente idéntico al año pasado, las restantes violaciones de la libertad de prensa aumentaron netamente, en relación con 2002, y globalmente desde 2001.
El número de periodistas muertos (42) es el más elevado desde 1995 (49 periodistas muertos, 22 de ellos en Argelia). No son ajenos a ello el enorme despliegue militar y la cobertura mediática sin precedente de la guerra de Irak. Pero se impone una constatación más global y particularmente preocupante: cada vez resulta más peligroso para los periodistas cubrir una guerra. El riesgo imprevisible de atentados, que se suma a los peligros tradicionales de la guerra, los armamentos cada vez más perfeccionados frente a los cuales resultan ineficaces incluso la formación y la protección de los periodistas, unos beligerantes más preocupados por ganar la “batalla de la imagen” que por respetar la seguridad del personal mediático: todos ellos factores que aumentan los riesgos del reportaje de guerra. En relación con la violencia de los conflictos, pero no solamente con ella, el número de periodistas agredidos y amenazados alcanza un nivel muy elevado, ligeramente superior al de 2002.
En 2003 alcanzaron records el número de periodistas detenidos y de medios de comunicación censurados. El constante aumento de tentados a la libertad de prensa desde 2001 está, sin ninguna duda, relacionado con la lucha contra el terrorismo y las leyes antiterroristas, adoptadas en algunos países tras los atentados del 11 de septiembre. Este nuevo dato geopolítico rompió con la tendencia a la baja, constatada entre 1999 y 2000.
Oriente Medio, foco de tensiones internacionales y de violencia terrorista, representa este año el farolillo rojo de la libertad de prensa. Con la guerra de Irak y la continuación del conflicto palestino-israelí, en Oriente Medio es donde hay que lamentar el mayor número de periodistas muertos en 2003 (16), ex aequo con Asia, que sin embargo está infinitamente más poblada. La prensa árabe continúa ahogada bajo el peso de regímenes represivos y escleróticos (Arabia Saudí, Siria), o de democracias de fachada (Jordania, Yemen, Autoridad Palestina), mientras que en Líbano, que durante mucho tiempo fue el único remanso de libertad para los medios de comunicación, cada vez preocupa más el desprecio del derecho. En el Magreb e Irán, la expresión de una opinión o la publicación de una caricatura conducen a la cárcel. En Asia la prensa sigue padeciendo los mismos males: una violencia endémica (en Bangladesh), numerosas detenciones (en Nepal), y censura (en China o en Birmania). Asia sigue siendo un continente en el que resultó eminentemente peligroso trabajar como periodista en 2003 (16 muertos). También es la mayor cárcel del mundo para los periodistas, los ciberdisidentes y los internautas.
En Latinoamérica, los atentados a la libertad de prensa permanecieron relativamente estacionados en relación con 2002, con la notoria excepción de Cuba, donde están encarceladas las principales figuras de la prensa independiente. En cambio, en Asia central se deterioró netamente la situación de la libertad de prensa. En el continente africano, hay una tendencia generalizada a la degradación de las condiciones del ejercicio del trabajo de periodista, incluidos los países hasta ahora citados como ejemplos, como Níger o Senegal. Esta degradación, que afecta a la prensa local y a la prensa internacional, está relacionada con la guerra y los conflictos internos, pero también con la fosilización de determinados regímenes autoritarios, como el Zimbabue de Robert Mugabe.
Finalmente, la situación se mantiene satisfactoria en los países de la Unión Europea (UE), con la notable excepción de Italia, donde el conflicto de intereses de Silvio Berlusconi, que es a la vez jefe del ejecutivo y propietario de un auténtico imperio mediático, sigue representando una amenaza para el pluralismo informativo. En la mayoría de los países de Europa central y oriental los periodistas se enfrentan a legislaciones draconianas y arcaicas, en materia de difamación. A pesar de ello, los diez países que el 1 de mayo de 2004 se integrarán en la UE respetaron la libertad de prensa. La situación permanece, en cambio, inestable en Serbia-Montenegro, donde se ha introducido la censura tras el asesinato del Primer Ministro, Zoran Djindjic, y en Rumania, donde los periodistas que investigan asuntos de corrupción, o critican al partido en el poder, encuentran dificultades crecientes.
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