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Darfur: ¿un nuevo fracaso de la comunidad internacional a la vista?

Autor original: Fausto Rêgo

Seção original: Artigos de opinião

Óscar Mateos*






Darfur: ¿un nuevo fracaso de la comunidad internacional a la vista?


Recientemente, el Gobierno sudanés y el grupo armado de oposición del Ejército Popular para la Liberación de Sudán (SPLA) han establecido los pilares de un futuro acuerdo de paz que puede poner fin a un conflicto armado que en más de 20 años de duración ha provocado casi dos millones de víctimas mortales, cuatro millones de desplazados internos y medio millón de personas refugiadas. De esta forma, el minucioso proceso de paz que la Autoridad Intergubernamental de Desarrollo (IGAD) ha liderado estos últimos años en Kenya, amparado por la constante presión de EEUU, podría estar llegando a su última fase.

Este momento histórico, sin embargo, no puede desligarse de otro escenario de conflicto que actualmente acontece en Sudán. Desde hace 15 meses, el Gobierno de Jartum, en esta ocasión apoyado por milicias árabes (llamadas ‘Janjaweed’), se enfrenta a dos grupos armados - el Ejército de Liberación de Sudán (SLA) y el Movimiento Justicia e Igualdad (JEM) - en la región de Darfur (oeste del país). Dichos grupos, de origen principalmente negroafricano, reivindican el fin de la marginación de esta zona y su inclusión en el proceso de paz que el Ejecutivo sudanés mantiene con el SPLA en Kenya. Los más de 30.000 muertos y los dos millones de personas desplazadas (200.000 de las cuales han huido al vecino Chad) ocasionados por los enfrentamientos hasta ahora, han llevado a Naciones Unidas a considerar esta situación como la peor crisis humanitaria del momento. Además, importantes cargos de la organización que han podido visitar el terreno han declarado explícitamente que la estrategia deliberada de saqueo y de ataques emprendida por las Janjaweed contra la población civil han convertido a Darfur en un ‘reino del terror’, y en una auténtica ‘limpieza étnica’.

Pero lo peor puede estar por llegar si se tienen en cuenta las previsiones que numerosas organizaciones humanitarias han realizado. Entre 100.000 y 300.000 personas podrían morir de hambre en los próximos meses como consecuencia de la destrucción de una gran parte de las cosechas, el inicio de la temporada de lluvias, la constante escasez de fondos y la falta de acceso del personal humanitario a la población afectada. La respuesta de la comunidad internacional hasta el momento ha sido escasa, ineficaz y demasiado lenta. De hecho, prácticamente nadie había recalado en la crisis de Darfur hasta hace escasos dos meses, cuando el Secretario General de la ONU, con motivo de los 10 años del genocidio de Rwanda, comparó esta situación con la que se está viviendo actualmente en el oeste de Sudán. Desde ese momento, la presión sobre este contexto se ha acentuado e incluso algunas organizaciones han reclamado la inmediata intervención militar de Naciones Unidas.

No obstante, la respuesta sigue siendo insuficiente debido principalmente a dos aspectos. En primer lugar, a la falta de voluntad política y de decisión de la comunidad internacional a la hora de abordar una crisis de semejante dimensión. Al parecer, las lecciones que deja la historia y las que, particularmente, ha dejado la década de los noventa, no tienen un peso relevante en la toma de decisiones. La comunidad internacional se ha acostumbrado a desarrollar una política de lamentos y a extraer lecciones válidas a posteriori, en lugar de apostar por una estrategia sólida de prevención de conflictos y de incidencia en sus causas más directas. Por su parte, los medios de comunicación, que podrían ser motores de sensibilización de la opinión pública y de presión hacia las instituciones, han vuelto a caer en la trampa del la inmediatez, secundando la lógica reactiva a la que nos tienen acostumbrados los principales órganos de decisión a escala mundial.

El segundo motivo que explica la escasa respuesta a la crisis en Darfur es la miopía que padecen muchos actores internacionales que han estado involucrados en el proceso de paz con el SPLA desde un inicio y que temen que una mayor presión sobre el Gobierno de Jartum respecto a la situación en Darfur pueda dinamitar las negociaciones que lidera la IGAD. Sin embargo, el ansiado acuerdo de paz con el SPLA no fructificará si no se tienen en cuenta las demandas, no sólo del SLA y el JEM en Darfur, sino de otra treintena de grupos armados que operan en el país y que no están dispuestos a acatar el futuro que se decida en Kenya, sencillamente porque nunca se les ha tenido en cuenta. Establecer un acuerdo de paz respecto al conflicto norte-sur es, por lo tanto, simplificar lo que actualmente es una disputa mucho más global y que tiene en su raíz causas comunes e interrelacionadas.

La comunidad internacional debería hacer algo de forma urgente en Darfur. El Consejo de Seguridad de la ONU y Gobiernos como el de Estados Unidos, han de actuar de forma contundente, teniendo más presente que nunca el peso de la historia reciente y las voces que desde el terreno denuncian que Darfur va camino de convertirse en otro Rwanda. No existen excusas ni pretextos para que no se agoten cada una de las posibilidades que intenten evitar una tragedia aún mayor. En caso contrario, una vez más, será tarde, y el mundo ya está cansado de ponerse las manos en la cabeza cuando ya no hay nada que hacer.

* Óscar Mateos é pesquisador da Escola de Cultura de Paz da Universidade Autônoma de Barcelona, Espanha. Este artigo foi originalmente publicado pela Agencia de Información Solidaria, em http://www.infosolidaria.org/verarticulo.php?idarticulo=692&idautor=74&idversion=0&ididioma=1.





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