Autor original: Graciela Baroni Selaimen
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En la década del 80 nuevos actores y actoras ocuparon el espacio político en América Latina, sobre todo a partir de lugares de acción no tradicionales. Jóvenes, desocupados, mujeres, migrantes formaron los movimientos sociales de las últimas décadas del siglo XX. El cientista político argentino José Nunlo denominó «la rebelión del coro»: los actores y actoras secundarias, los «sin rostro», aparecieron en escena en desmedro de la política tradicional y grandilocuente. Recuperaron y reivindicaron las calles y las vidas cotidianas como espacios políticos. Y también los parlantes, el papel, las pantallas y, más tarde,la red de redes. Lo subalterno se revela y se rebela.
Los movimientos feministas y de mujeres renacieron en esa década, después de la «segunda ola» de los años 60 que sufrió los efectos del terrorismo de Estado y la imposición del modelo neoliberal en los 70. La redefinición de las estrategias de las organizaciones de la sociedad civil fue una exigencia del contexto que los movimientos sociales asumieron para la defensa de los Derechos Humanos, la equidad y la democracia.
Las mujeres sobrepasaron el margen de acción que les había sido reservado, el de la familia y el ámbito privado. Irrumpieron en la vida pública, en la actividad política, como trabajadoras y ciudadanas. La ocupación de esos espacios implicó un profundo cuestionamiento al régimen patriarcal y al machismo, arraigados en las prácticas cotidianas de hombres y mujeres y en las configuraciones sociales y políticas de nuestras sociedades.
La perspectiva de género ayudó a comprender cómo la asignación de roles sociales y la división del trabajo limitaron la participación femenina apoyándose en supuestas aracterísticas naturales. La clave fue «desesencializar» la percepción de la mujer. Mostrar, críticamente, que la subordinación femenina no es natural a pesar de ser una constante en las más diversas tradiciones y comunidades. Evidenciar el carácter cultural, social y político de los complejos procesos de asignación de roles y espacios de acción en base a condiciones atribuidas -no natural, sino culturalmente- a la feminidad y la masculinidad.
Se trata de una disputa por la construcción de nuevas formas de conceptualizar las relaciones de género. Una batalla simbólica por los entidos que se otorgan a lo femenino y lo masculino. Una batalla que tiene por escenario el campo de las comunicaciones: el ámbito de la cultura donde la construcción y disputa de sentidos tiene lugar, donde se producen y enfrentan los códigos culturales en base a los cuales se construirán y serán leídas las relaciones sociales, los prejuicios y estereotipos.
Tal es así que la comunicación se ha transformado en un ámbito privilegiado de acción política, de concientización y ejercicio de la ciudadanía. Un ámbito estratégico de construcción para la lucha política en el ámbito social.
Por eso los movimientos feministas y de mujeres se propusieron derribar prejuicios. Tomaron conciencia de su rol como sujetos sociales y políticos. Las mujeres enfrentan las hostilidades de una cultura que las había considerado sólo parte del coro y decidieron pararse en el escenario para gritar su presencia. Generan posibilidades de intercambio. Crean sus propios medios de comunicación y disputan espacios en los que ya existen. Diseñan estrategias de incidencia social. Crean condiciones de articulación a nivel local, nacional, regional e internacional. Apuestan a la construcción de ciudadanía, al empoderamiento de las mujeres, al reconocimiento de las diferencias, la valoración de la diversidad y la equidad de género.
El poder; la política; definiciones y algunas discusiones del movimiento feminista, sus mitos, certezas e incertidumbres; el panorama político latinoamericano y el ejercicio de la política en sociedades patriarcales. Éstas son las claves de lectura del primer capítulo de esta publicación.
¿Qué estrategias plantea el movimiento de mujeres en relación a los medios de comunicación? Observatorios y veedurías para analizar, evidenciar y combatir la construcción de imágenes de género estereotipadas e injustas. La participación en medios de comunicación masivos y la construcción de medios propios, feministas, comunitarios, alternativos. La definición de políticas y la incidencia en organismos multilaterales. Todo esto es materia de análisis en el segundo apartado. El marco de este recorrido está dado por el concepto de género y la perspectiva que busca dar por tierra con las representaciones sexistas y estereotipadas para fortalecer y visibilizar a las mujeres en la vida pública, política y económica.
Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y la construcción de redes que permitan potenciar la incidencia del movimiento de mujeres: esos son los temas de los últimos dos capítulos. Las estrategias de articulación y las experiencias concretas que han sabido servirse de las TICs como plataformas y mecanismos de empoderamiento estratégicos.
La Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER) y la Asociación Mundial de Radios Comunitarias – América Latina y Caribe (AMARC ALC) se propusieron este trabajo conjunto en el marco del Proyecto Ritmo sur, una iniciativa que busca fortalecer los proyectos político comunicativos de las radios comunitarias de doce países de la región con el apoyo de las agencias de cooperación holandesas Free Voice y CMC (Mensen met een Missie, en español, «gente con una misión»). En medio de planificaciones, procesos de capacitación y formación, producción de noticias, coberturas conjuntas, encuentros de radialistas, debates sobre diagnósticos y metodologías, decidieron también reunir la experiencia del movimiento de radios comunitarias en un debate central: la construcción de condiciones equitativas para hombres y mujeres en el ejercicio de la ciudadanía, el acceso a los medios de comunicación, la práctica política.
Estos relatos se han construido, también, colectivamente. Proponen un recorrido posible que no pretende congelar procesos ni cancelar discusiones sino aportar, desde la experiencia del movimiento de radios comunitarias en América Latina y Caribe, a la construcción de un relato que tendrá la vigencia y la dinámica de las propias organizaciones sociales que le dan fundamento.
El texto se nutre de las experiencias de quienes, desde hace muchos años o desde hoy mismo,suman sus voluntades, su imaginación y su militancia a la construcción de un mundo justo para todas y todos. A esas personas y organizaciones, muchas gracias. Algunas de sus reflexiones forman parte de esta publicación. A Olga Grau, Dafne Sabanes Plou, Kemly Camacho, Valeria Betancourt, Olga Paz, Erika Smith, a Artemisa Noticias y la Red Nosotras en el mundo, les agradecemos especialmente por compartir sus textos.
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