Por Mario Osava*Los países latinoamericanos, salvo excepciones, han superado los efectos de la recesión mundial nacida en 2008, a la par de que abandonaron las políticas neoliberales en su versión más fundamentalista. Pero las que no pueden curar sus heridas económicas son las organizaciones de la sociedad civil.Muchas de esas asociaciones tienden a desaparecer al no ajustarse a los nuevos tiempos, en los que escasean las grandes contribuciones financieras externas e internas que supieron recibir en los primeros años de reconstrucción democrática tras sangrientas dictaduras o autoritarismos, según el diagnóstico de Cándido Grzybowski, director general del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (Ibase). En México se calcula que hay unas 30.000 organizaciones no gubernamentales (ONG), la mayoría religiosas. Una gran cantidad de ellas afrontan graves dificultades financieras y "la crisis económica nacional está detrás del problema", sostuvo Lorena Cortés, coordinadora de investigación del Centro Mexicano para la Filantropía. La proximidad geográfica y el intenso comercio bilateral hace que México sufra de forma más aguda que el resto de los latinoamericanos la crisis económica que afronta Estados Unidos desde 2008, golpeando al gobierno, empresas y en consecuencia también a la sociedad civil, explicó la experta a IPS. En tanto que un parecido drama ocurre en Chile. Para Martín Pascual, presidente de la Asociación Chilena de Organismos no Gubernamentales (Acción), ello se debe a que "no tenemos un financiamiento público estable" y cada día se reduce más la cooperación internacional. El hecho de que las agencias de ayuda, especialmente las europeas, pusieron la prioridad en África es señalado por los consultados como una causa fundamental del debilitamiento financiero de las ONG latinoamericanas en los últimos años, tras tres décadas de crecimiento en cantidad e influencia política y social. Una investigación hecha por Diálogo, Derechos y Democracia (D3), una articulación internacional de grupos de asistencia, y el brasileño Instituto Fonte apuntó que, de 41 donantes europeos y estadounidenses que dieron informaciones, uno ya dejó de invertir en Brasil y seis piensan hacerlo sólo hasta 2015. Datos parciales indican un aumento de aportes internacionales hacia Brasil entre 2007 y 2009, pero aparece una caída de 49,4 por ciento en la suma prometida para 2010. La mayoría de las razones alegadas por los donantes para esta constante merma en la asistencia son el cambio de prioridades regionales y de estrategia, el alto desarrollo brasileño y el aumento de la capacidad de financiación en el país. Pero el primer motivo mencionado fue la crisis económica mundial nacida en Estados Unidos. La "calificación de países de ingreso medio", con que se justifica retirar a Brasil y al resto de la región de las prioridades de asistencia del mundo rico, es cuestionada por la Mesa de Articulación de Asociaciones Nacionales y Redes de ONG de América Latina y el Caribe, encabezada por Acción, señaló Pascual. "El principal problema de América Latina quizás no sea la pobreza, pero sí lo es la desigualdad", reflejando vulnerabilidades que pueden provocar "retrocesos" incluso de la democracia, advirtió Pascual a IPS. La crisis del sector se agrava con la apreciación de las monedas locales, especialmente en Brasil. El alza del valor del real brasileño respecto del dólar representó una pérdida de 30 por ciento en los últimos 10 años para las organizaciones que reciben donaciones del exterior, estimó Vera Masagão Ribeiro, coordinadora general de Acción Educativa y directora de la Asociación Brasileña de ONG (Abong). El ascenso económico y democrático de Brasil no condujo al Estado ni a la sociedad toda a crear mecanismos para financiar las ONG, hecho que podría compensar el recorte de las donaciones externas, lamentó Carlos Afonso, fundador de Ibase en 1981. Para aumentar la financiación interna falta un "marco de regulación adecuada de fondos públicos", que permita "transparencia" en las donaciones y uso de los recursos, así como incentivos tributarios para que los ciudadanos brasileños contribuyan, destacó Masagão Ribeiro. Varias denuncias de irregularidades, que desembocaron en los últimos tiempos incluso en investigaciones parlamentarias, generaron una ola de "desmoralización de las ONG" en Brasil, haciendo más urgente una legislación que ofrezca "seguridad jurídica" tanto al gobierno como a las organizaciones que accedan a los fondos, acotó. La ausencia de esa regulación llevaron al gobierno a "paralizar" proyectos, señaló, y puso como ejemplo uno de Acción Educativa para estimular la lectura entre jóvenes y adultos, que espera desde hace dos años y medio el desembolso del recurso oficial asignado a través de una licitación pública convocada sin cuestionamiento alguno. Se calcula que en Brasil hay alrededor de 330.000 asociaciones sin fines de lucro, pero esa cifra comprende desde escuelas e iglesias a clubes y hospitales, además de las ONG que específicamente promocionan el empoderamiento de la sociedad civil, creando e impulsando políticas públicas. Aunque los activistas reconocen que es difícil atender a tantos organismos distintos con intereses específicos, las ONG diseñan un marco legal que contemple la diversidad, para ser presentado a los candidatos y candidatas a la Presidencia de Brasil que competirán en las elecciones del 3 de octubre, informó Masagão Ribeiro. Un sistema tributario que fomente las donaciones de personas, más que de empresas es también necesario, como hay en algunos países que gravan fuertemente las fortunas personales, acotó. Chile se apresta a aprobar la ley de Asociaciones y Participación Ciudadana en la Gestión Pública, con un capítulo sobre financiación de organizaciones sociales, pero es insuficiente para superar la crisis y fortalecer el "capital social", según Pascual. Donaciones consideradas discrecionales realizadas por el gobierno de Chile a algunas entidades defensoras de los derechos humanos, de beneficencia y culturales, sobre el final de la Presidencia de la izquierdista Michelle Bachelet (2006-2010), provocaron muchas críticas e investigaciones en la Cámara de Diputados. Las organizaciones mexicanas más golpeadas por la crisis "son las más nuevas, de reciente creación, porque suelen depender en exclusiva de alguna fuente", sea gubernamental o privada, explicó Cortés. El "nivel de institucionalidad", las redes y los "proyectos verdaderos", más allá de la identificación de problemas, son factores importantes para el fortalecimiento de las organizaciones sociales, concluyó. En Brasil sufren más las pequeñas ONG de la pobre región del Nordeste, según Masagão Ribeiro. Esa tendencia se acentúa por la creciente concentración del apoyo externo en pocas y grandes entidades, como registró el estudio de D3 y del Instituto Fonte. En Colombia, son principalmente razones políticas las que llevan a la discriminación de las ONG a la hora de financiarlas, según Lilia Solano, directora de Proyecto Justicia y Vida. Las defensoras de derechos humanos y las allegadas a los movimientos sociales sufren más la fuga de donantes, que prefieren una "agenda despolitizadora", sostuvo. En consecuencia, las asociaciones de familiares de detenidos-desaparecidos y los movimientos vinculados a desplazados de sus hogares por la guerra interna, campesinos, indígenas y afrodescendientes, como la misma Justicia y Vida, enfrentan mayores dificultades para captar recursos, denunció Solano. * Con aportes de Daniela Estrada (Santiago) y Emilio Godoy (Ciudad de México)(FIN/2010)Fonte: IPS
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